Los sindicatos franceses rechazaron ayer las medidas de reforma del sistema de pensiones desgranadas por el primer ministro, Édouard Philippe. No sólo eso, las centrales reforzaron su unidad ya que la CFDT, la mayor en número de afiliados, decidió secundar las movilizaciones, lideradas hasta ahora por la CGT. La reforma viene provocando desde el pasado jueves paros en el transporte, que han paralizado el país, además de dos jornadas de huelga multisectorial y manifestaciones en las calles: el jueves de la pasada semana y anteayer, martes.

En consecuencia, se prevé que continúen las movilizaciones y el bloqueo de las comunicaciones en Francia, al menos durante lo que resta de semana. París y otras grandes ciudades son las más afectadas. En la capital francesa, diez líneas de metro siguen cerradas y los trenes de cercanías apenas circulan, provocando atascos de cientos de kilómetros en las vías de acceso a la capital.

La reforma pretende instaurar un sistema universal que acabe con los 42 regímenes vigentes, establecer la edad mínima de jubilación en los 62 años -con un horizonte de 64 años en 2027- y garantizar una pensión mínima de mil euros netos en 2022. El primer ministro precisó que las reformas sólo afectarán a los nacidos después de 1975.