El Alto Tribunal de la ONU escuchó ayer en La Haya cómo la premio Nobel de la Paz y máxima dirigente de Myanmar (Birmania), Aung San Suu Kyi, defendió la actuación del Ejército de su país contra la minoría musulmana rohinyá y negó las acusaciones de genocidio. Las palabras de Suu Kyi han despertado expectación por haber representado durante años las esperanzas de democratización de la sociedad birmana.

Suu Kyi compareció con un sobrio discurso de casi media hora en el que aseguró que en el estado birmano de Rakhine, escenario de las violencias, se vive un "conflicto interno" en el que "se han tomado medidas de seguridad", pero precisó que "en su país no se toleran las violaciones de derechos humanos".