Miles de personas salieron ayer a manifestarse en diferentes ciudades de Francia en acciones contra el proyecto de reforma de las pensiones, que es objeto de una huelga en el transporte desde el jueves. Algunas de las concentraciones degeneraron en altercados. Así, en París, donde los "chalecos amarillos" pusieron en práctica su estrategia de "convergencia de luchas", y, sobre todo, en Nantes, donde grupos encapuchados lanzaron proyectiles contra la prefectura (delegación del Gobierno) y destrozaron vitrinas y mobiliario urbano en el centro.

Según la prefectura, alrededor de 500 radicales se habían infiltrado en la concentración, organizada por la Confederación General del Trabajo (CGT). Las fuerzas del orden replicaron con gases lacrimógenos.

También lo hicieron en París durante una marcha de alrededor de un millar de "chalecos amarillos", que intentaron enlazar con otra convocatoria de la CGT en la estación de Montparnasse contra el paro y la precariedad laboral. Los gendarmes también recurrieron aquí a los gases lacrimógenos.

Una de las manifestaciones más nutridas fue la de Marsella, a iniciativa de los sindicatos que organizan la protesta contra la reforma de las pensiones, que reunió a varios miles de personas, incluido el líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon.

El martes se prepara una nueva jornada de manifestaciones, y hasta entonces está previsto que continúen los paros en los ferrocarriles y el transporte metropolitano de París.