La cumbre de Londres del 70.º aniversario de la OTAN empezó con roces entre Trump y Macron el martes y concluyó ayer con un sonoro portazo del magnate, muy irritado por un vídeo en el que se ve cómo el propio presidente francés y los líderes de Reino Unido, Boris Johnson; Canadá, Justin Trudeau, y Holanda, Mark Rutte bromean, en presencia de la princesa Ana, sobre la rueda de prensa de más de 40 minutos que concedió el martes.

El vídeo fue grabado durante la recepción ofrecida por la reina Isabel II el martes por la noche a los líderes de la Alianza en el palacio de Buckingham. Quien lleva la voz cantante es Trudeau, que se justifica ante Macron por haber llegado tarde a un encuentro y precisa que fue por culpa de Trump, quien convirtió lo que tenían que haber sido unas frases de compromiso ante la prensa en una larga perorata de casi tres cuartos de hora.

Es también Trudeau, entre preguntas no inteligibles de Macron y risas de Johnson y Rutte, quien explica: "A los miembros de su equipo se les caía al suelo la mandíbula (de incredulidad)". Puesto al tanto del asunto, Trump se mostró irritado con su vecino canadiense: "Es un tipo agradable, pero ya se ve que tiene dos caras. La verdad es que le llamé la atención porque no paga el 2% (del PIB a la OTAN) y supongo que por eso no está muy contento conmigo". Poco después, Trump anulo la rueda de prensa de despedida prevista: "Voy a volver a Washington. No haremos la rueda de prensa final porque ya hemos hecho muchas en los últimos dos días. ¡Buen viaje a todos!", tuiteó.

Al margen del espectáculo garantizado que siempre se espera de Trump, la Alianza hizo prevalecer el mantenimiento de la defensa colectiva por encima de los enfrentamientos de los últimos días. "Un ataque contra un aliado será considerado como un ataque contra todos", puede leerse en la declaración final, que consagra la plena validez del artículo 5, sobre cuyo respeto futuro por EE UU Macron había planteado dudas.

El presidente francés estimó que su diagnóstico de hace un mes de que la OTAN está "en muerte cerebral" había servido de revulsivo y garantizado el éxito de una cumbre en la que la exigencia de Trump de que los países miembros paguen más quedó en segundo plano.

Por primera vez en su historia, la Alianza mantuvo, a instancias de EE UU, un debate sobre la emergencia de China como potencia militar y los desafíos, que representa para la seguridad. Los aliados coincidieron en la necesidad de incitar a Pekín a firmar acuerdos de control de armas.