La situación política en Irak, que vive duras protestas desde hace dos meses, se complicó ayer al renunciar la principal fuerza política, la coalición chií Sairún, respaldada por el influyente clérigo Muqtada al Sadr, a presentar un candidato a primer ministro tras la renuncia de Adil Abdul Mahdi. Sairún ha decidido entregar esa responsabilidad "a los manifestantes, porque el pueblo es el dueño de esta decisión".

Mahdi renunció el pasado viernes tras ser desautorizado públicamente en el día de oración por el máximo líder chií, el gran ayatolá Alí al Sistani, quien lo acusó de no haber sabido dar una salida a las protestas, que ya se han cobrado más de 400 muertos.

Al Sadr celebró la dimisión del primer ministro y aseguró que esa renuncia es "el primer fruto de la revolución, pero no el último". Acto seguido, sugirió que el próximo primer ministro se decida en un referéndum popular entre cinco candidatos.