La presencia de soldados franceses en Mali desde 2013 genera una creciente división tanto en la clase política local como entre la población del país africano, cuya economía se degrada a la vez que lo hace su seguridad. Cada vez son más los malienses que ponen en duda la utilidad de las tropas galas, ya que la violencia yihadista no da signos de remitir y su principal víctima es la población local.

El pasado día 15 la capital, Bamako, fue escenario de una nutrida manifestación en la que, entre cánticos antifranceses, se reclamaron mayores fondos y equipamientos para las Fuerzas Armadas locales. La acusación más extendida es que Francia permite que grupos de tuaregs controlen amplias comarcas del nordeste del país, ajenas a la autoridad del Gobierno. Según estas críticas, son los tuaregs quienes dejan el campo libre a los yihadistas.

El principal portavoz del malestar está siendo el cantante Salif Keita, una gloria nacional, quien la víspera de la citada manifestación lanzó una dura andanada contra Francia: "No hay yihadistas en el norte, es Francia la que paga a esta gente para que mate a nuestros hermanos". Pocos días después, Keita regresó al país y fue "escoltado" por una caravana de coches desde el aeropuerto hasta su domicilio en Bamako entre vítores de "patriota" y "auténtico hijo de Mali".

Las palabras de Keita han sido muy comentadas en redes, en las radios locales y en las charlas callejeras y reflejan una opinión muy extendida en la población.