Con altercados protagonizados por la facción más radical y una capacidad de convocatoria en retroceso desde hace meses, los "chalecos amarillos" celebraron ayer en París el primer año de un movimiento que obligó al presidente Macron a dar un giro social a su política. En la confrontación con la policía hubo 61 detenidos y otras 71 personas fueron multadas cuando intentaban manifestarse en áreas de la capital francesa donde está prohibido hacerlo durante todo el fin de semana.

La plaza de Italia, al sureste de la ciudad, fue durante horas el centro de las tensiones entre grupos de manifestantes que, con el rostro cubierto, se dedicaron a levantar barricadas, incendiarlas y quemar también coches y motos. Armados con adoquines y con todo lo que encontraban a su paso, destrozaron paradas de autobús, mobiliario urbano, quioscos o escaparates de comercios. Un grupo de manifestantes llegó a interrumpir la circulación en la ronda de circunvalación. Las fuerzas del orden actuaron con cargas y gases lacrimógenos para dispersarlos. El prefecto de Policía aseguraba ayer que, pese a las "espectaculares" imágenes de los disturbios, los destrozos fueron "limitados".

Dos manifestaciones convocadas fuera de la zona de los incidentes congregaron a unos pocos miles de personas.