La Izquierda alemana ganó las elecciones de Turingia (este de Alemania), aupada por el voto útil y como contrapeso a la ultraderecha, cuyo electorado castigó a la coalición de Angela Merkel, que se quedó en el 22% (11 puntos menos). La AfD se disparó al 23% (más del doble que en 2014).