Una semana de frenéticas negociaciones entre Londres y Bruselas ha permitido que el primer ministro británico, Boris Johnson, se presente mañana ante su Parlamento con un acuerdo para un "Brexit" ordenado en la mano. Estas son las principales novedades del nuevo entendimiento y las posibilidades de que los diputados le den su visto bueno.

¿Cuál es el problema? Al margen de la batalla de fondo entre conservadores y laboristas por el poder político en Reino Unido, el gran reto del acuerdo es evitar el restablecimiento de una frontera "dura" entre Irlanda y el Ulster, que haría peligrar el proceso de paz iniciado hace veinte años mediante los Acuerdos de Viernes Santo de 1998.

¿Que había pactado May? La solución alcanzada por la antecesora de Boris Johnson fue la llamada "cláusula de salvaguarda" ("backstop" en inglés). Evitar una frontera intrairlandesa obligaba a Reino Unido a permanecer en la unión aduanera y al Ulster a mantener, además, en su territorio buena parte de la normativa que rige el mercado único. Lo más problemático es que lo hacía por tiempo indefinido, es decir, hasta que se encontrara una solución al problema que se incluyese en los futuros tratados bilaterales entre Reino Unido y la UE. Los detractores del "backstop" alegaban que los británicos quedaban prisioneros de Bruselas. El acuerdo fue rechazado hasta tres veces por el Parlamento de Westminster.

¿Qué ha cambiado? De acuerdo con el nuevo pacto, todo Reino Unido saldrá de la unión aduanera, incluido el Ulster, con lo que Londres tendrá una política comercial independiente y su espacio económico no se verá fragmentado. Para evitar la frontera, el control de las mercancías que entren en el Ulster se hará en los puertos norirlandeses y estará a cargo de las autoridades británicas, con supervisión comunitaria. Las que se dirijan a Irlanda, que además podría ser una "puerta falsa" hacia el resto de la UE, tendrán que pagar aranceles, recaudados por Londres. Eso sí, como el tráfico será libre en el interior de la isla, se mantiene la exigencia de que las producciones del Ulster cumplan buena parte de las normas de calidad y fiscales que rigen en el mercado único.

¿Durante cuánto tiempo? El pacto entrará en vigor al acabar el periodo de transición, a finales de 2020, y será válido cuatro años. Londres ha renunciado a que tenga la aprobación previa de la Asamblea del Ulster, que sí será competente para decidir su renovación en 2024. Si la cámara optase por la denuncia, esta no entraría en vigor hasta 2026.

¿Y ahora, qué? Johnson hará valer mañana ante el Parlamento dos bazas que no tenía el pacto de May: ha logrado sacar a Reino Unido de la unión aduanera y ha eliminado la temporalidad "indefinida", reducida a cuatro años renovables. No está claro, sin embargo, que pueda reunir los 320 votos necesarios para una aprobación.

¿Tan mal lo tiene? Tras quedar en minoría en septiembre, Johnson solamente cuenta con 288 diputados, aunque una treinta de euroescépticos duros, partidarios de romper ya todas las ataduras, ha amenazado con rebelarse. En cambio, podría tener el apoyo de los 21 expulsados en la "guerra civil" de septiembre, ya que son enemigos del "Brexit" duro. No podrá contar con los diez norirlandeses del DUP, que se sienten condenados a quedar más cerca de Dublín que de Londres. Tampoco con los 35 nacionalistas escoceses, que quieren seguir en la unión aduanera y el mercado único, ni con los cuatro galeses, temerosos de que el papel asignado a los puertos norirlandeses perjudique a los suyos. En cuanto a los 244 diputados laboristas y los 19 liberaldemócratas, la mayoría estarían dispuestos a apoyar el acuerdo si es sometido a referéndum, a lo que Johnson se opone. Hagan cuentas.