Joe Biden sigue atribuyéndose el papel de único candidato con opciones de disputarle la Presidencia a Donald Trump, y como tal ejerció la noche del jueves en el tercer debate entre aspirantes a la nominación demócrata, celebrado en Houston (Texas), con los habituales despistes del exvicepresidente y algunos ataques de sus rivales de los que, con todo, salió más bien ileso.

Pese a la presencia de los cuatro cabezas de cartel (Biden y los senadores Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Kamala Harris), además de otros cinco precandidatos en busca de su momento de gloria en el escenario, el debate no dio para que ninguno descollase, si bien Biden logró destacar negativamente al quedarse sin respuesta cuando se le pidieron cuentas por los tres millones de deportaciones de migrantes que se produjeron bajo el Gobierno de Obama (2009-2017).

La sanidad fue el tema estrella del debate. Sanders y Warren, los más izquierdistas mantuvieron el pacto tácito de no agresión con el que van de la mano en este asunto, el que más preocupa a los votantes demócratas y para el que proponen un rompedor sistema público conocido como "Medicare for all" que entierre el jugoso negocio de los seguros privados.

Fue el empresario Andrew Yang, el único sin experiencia política previa, quien atrajo el protagonismo nada más empezar. Yang dijo que regalará 1.000 dólares al mes durante los próximos 12 meses -hasta las elecciones- a diez familias estadounidenses, una muestra del plan estrella del empresario: que el Gobierno gire 1.000 dólares al mes a todos los mayores de 18 años con independencia de si tienen o no trabajo.

La senadora Amy Klobuchar respondió al anuncio con notoria burla mientras que el alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, también ironizó con la propuesta de Yang, al que el resto de candidatos no parece tomarse en serio pese a que ocupa la sexta posición en intención de voto.