El supuesto interés del presidente de EEUU, Donald Trump, en comprar Groenlandia a Dinamarca generó un aluvión de reacciones de políticos daneses, que dudan de si es una broma, ironizan con su salud mental o lo acusan de colonialista. Según publicaron ayer varios medios estadounidenses, Trump mencionó la cuestión varias veces en las últimas semanas durante reuniones y cenas, y la Casa Blanca discutió la legalidad de una hipotética compra, el proceso de incorporación del territorio y de dónde saldría el dinero para afrontar la operación.

Mientras el Ejecutivo socialdemócrata danés guarda silencio, el Gobierno autonómico groenlandés resaltó en un comunicado la "buena relación" con Estados Unidos, y ve el "rumor" como muestra del interés en invertir en esta isla de 2 millones de kilómetros cuadrados cubierta de hielo y 56.000 habitantes, la mayoría inuits.

"Groenlandia no está por supuesto en venta", resaltan en el breve escrito las autoridades de uno de los dos territorios autónomos que componen el Reino de Dinamarca (el otro son las Islas Feroe).

Frente al mutismo o la respuesta comedida de las autoridades, la clase política reaccionó de forma mayoritaria en las redes sociales haciendo ejercicios de ironía.

"Debe de ser una broma del 1 de abril completamente fuera de temporada", asegura el ex primer ministro danés y actual líder de la oposición, el liberal Lars Løkke Rasmussen, aludiendo a la tradición sajona en esa fecha, equivalente al día de los Santos Inocentes.

De "mala broma" tacharon también los supuestos planes de Trump dos figuras de las fuerzas políticas que apoyan al Gobierno danés: la líder socialista, Pia Olsen Dyhr, y el portavoz de Exteriores del Partido Social Liberal, Martin Lidegaard.

Lidegaard enfatizó que en caso de que fuera un plan serio, sería "terrible" para los groenlandeses, que perderían su autonomía -que incluye desde 2009 el derecho de autodeterminación- y asistirían a una posible militarización de la isla.

"Digo 'no, gracias', a que compren Groenlandia, mejor reforzar la relación con Dinamarca. Hay que resaltar además que tampoco es una mercancía que se pueda vender", afirmó Aaja Chemnitz Larsen, una de las dos diputadas groenlandesas en el Parlamento danés.

En esa línea inistió la líder "rojiverde" Pernille Skipper, quien resalta que "no estamos en el siglo XIX" y que no se puede comprar "todo un país y todo un pueblo".

Otros políticos daneses cuestionan en cambio directamente la salud mental del presidente estadounidense. "Si es cierto que está pensando en eso, es una muestra definitiva de que se ha vuelto loco. Tengo que decirlo como es: la idea de que Dinamarca venda a 50.000 ciudadanos a Estados Unidos es una completa locura", apunta Søren Espersen, portavoz en Asuntos Exteriores del Partido Popular Danés, la tercera fuerza parlamentaria.

También de "loco" lo tilda Uffe Elbæk, cabeza visible del ecologista La Alternativa, quien considera que con este precedente, la visita de Trump a Dinamarca a principios de septiembre será "la más absurda" que se recuerde "en mucho tiempo".