El neonazi Stephan Ernst, principal sospechoso del asesinato, a principios de este mes, del político conservador alemán Walter Lübcke se ha declarado culpable del crimen, según informó ayer el ministro del Interior, Horst Seehofer, quien calificó la muerte de "asesinato político". Lübcke, correligionario de la canciller Merkel (CDU), fue asesinado de un disparo en la cabeza.

La confesión de Ernst afianza la hipótesis de la vinculación del crimen con una trama de ultraderecha, aún no desentrañada, y refuerza la hipótesis de que el móvil del crimen fue castigar la defensa que Lübcke venía haciendo desde 2015 de la política de acogida de refugiados.

"El fiscal general nos ha informado de que el presunto asesino ha confesado", dijo Seehofer a la prensa, ante la que aseguró: "Nos alegramos de ese éxito", pero "las investigaciones no han terminado. Tenemos que seguir trabajando para determinar si de verdad hubo cómplices".

Ernst, de 45 años y vinculado a círculos neonazis de Hesse (centro), fue detenido el pasado día 17 y ya entonces la Fiscalía Federal anunció que investigaba como "acto ultraderechista" el asesinato, al que la prensa otorgó ese cariz desde el principio.

El asesinato de Lübcke ha revivido en el país el debate sobre la violencia neonazi. Desde la ultraderecha, la formación Alternativa para Alemania (AfD) intentó desviar ayer la atención hacia una eventual participación de la mafia en el crimen.