El expresidente egipcio Mohamed Mursi (2012-2013) fue enterrado ayer en El Cairo ante una decena de personas y rodeado de un fuerte despliegue de seguridad, y del silencio oficial y de los medios.

El Gobierno egipcio prohibió su sepelio en su pueblo natal, por temor a que se produjeran desórdenes públicos.

Mursi, de 67 años, encarcelado desde que fue derrocado por un golpe militar en 2013, falleció el lunes de un ataque al corazón durante un juicio que se celebraba contra él por espionaje.

Sus correligionarios de los Hermanos Musulmanes denunciaron que su fallecimiento está vinculada a lo que calificaron como malas condiciones de encarcelamiento, sin apenas asistencia médica.

El exmandatario fallecido recibió ayer numerosos homenajes en países islámicos, que también conocieron concurridas protestas por su muerte.