El trigésimo aniversario de la masacre de la plaza pekinesa de Tiananmen -que el 4 de junio de 1989 puso fin a seis semanas de movilizaciones por la democratización del régimen maoísta- ha servido para ahondar la brecha que separa cada vez más a Estados Unidos de China.

El número de víctimas mortales de aquella jornada de represión nunca ha llegado a esclarecerse, de modo que mientras las conjeturas extremas lo sitúan entre 200 y 10.000, las cifras más probables parecen oscilan entre los 300 y los 1.000.

Descontento chino

La Embajada de China en Estados Unidos expresó ayer su "fuerte descontento" por los comentarios del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien declaró que "cientos de miles de manifestantes en Pekín y otras ciudades de China sufrieron profundamente en su búsqueda de un futuro mejor para su país" y añadió que China sufre "una nueva ola de abusos", haciendo énfasis en la persecución de la minoría uigur.

La Embajada del gigante asiático replicó que "los derechos humanos en China están en su mejor momento".

En todo caso, Pekín bloqueó ayer la plaza para evitar protestas conmemorativas y extendió el "apagón" a la redes sociales.Tan solo en Hong Kong, que goza de un estatuto especial, pudo celebrarse una vigilia en honor de las víctimas.