La muerte de 55 reclusos en menos de 48 horas en cuatro cárceles en la ciudad brasileña de Manaos (norte) ha vuelto a dejar patente el sangriento saldo de la guerra por el control del tráfico que se libra en el interior de las hacinadas prisiones de Brasil.

La disputa interna en el seno de la facción de la Familia del Norte (FDN), considerado como el tercer mayor grupo criminal de Brasil, dejó una masacre carcelaria en la capital del estado de Amazonas.

La lucha intestina por el comando del grupo tiene como telón de fondo el control de algunas de las rutas del tráfico de drogas en la región de la Amazonía brasileña, según confirmó el Gobierno del estado.

Las autoridades identificaron a 29 cabecillas de la matanza y ordenaron su traslado desde las prisiones del Amazonas hasta cárceles de máxima seguridad controladas por el Gobierno Federal y donde quedarán en régimen aislado, según confirmó el ministro de Justicia de Brasil, Sergio Moro, desde Portugal, donde intervino en una conferencia.

Moro también indicó que se ha enviado una "fuerza de intervención" especial compuesta por "agentes muy cualificados" a estas cárceles donde fueron halladas las 55 víctimas mortales.

Las autoridades empezaron a tener constancia de la masacre el domingo con el hallazgo de los cuerpos de 15 internos de entre 21 y 42 años de edad, asesinados en el interior del Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj), pero el lunes, tras la inspección de varios presidios, hallaron los cuerpos sin vida de otros 40 reclusos.

La mayoría de las muertes se produjeron por asfixia, por ahorcamiento con sábanas y cuerda o heridas incisivas con objetos punzantes, como cepillos de dientes que fueron convertidos en armas, según confirmó en una rueda de prensa el gobernador del estado de Amazonas, Wilson Lima.

Lima explicó que "era muy difícil prever" lo ocurrido en los últimos días en las cárceles de Manaos, ya que, a diferencia de otras ocasiones, fue una disputa entre presidiarios del mismo grupo criminal.

El gobernador aseguró que la situación en las cárceles de la región está "controlada", pero precisó que las visitas fueron suspendidas durante un plazo de 30 días hasta que los "ánimos se calmen".

Las muertes se producen dos años después de otra cruenta matanza registrada en un centro penitenciario de Manaos que dejó entonces un saldo de 56 muertos, muchos de ellos por decapitación, por una batalla entre facciones rivales, y han vuelto a airear las penurias del sistema penitenciario brasileño.

El hacinamiento es uno de los principales problemas de las cárceles de Brasil, país que tiene la tercera mayor población carcelaria en números absolutos en el mundo, solo por detrás de Estados Unidos y China.

Según datos divulgados por el Fórum Brasileño de Seguridad Publica, la población carcelaria en Brasil alcanza alrededor de 730.000 personas, lo que supone cerca del doble de la capacidad del sistema penitenciario.

Preguntado por la posibilidad de reducir la población carcelaria de Brasil, el ministro Moro respondió que "lamentablemente" los índices de criminalidad en el país son altos y "en un contexto así es muy complicado reducir la población presidiaria".

"Nuestra población carcelaria aumentó más de diez veces en las ultimas décadas. ¿Eso hizo Brasil un país menos violento? Yo creo que no", cuestionó la coordinadora de la ONG de Derechos Humanos Conectas, Camila Asano.

Asano criticó el mensaje de "mano dura" propuestos por algunos políticos, entre ellos el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien en la campaña electoral afirmó que su Gobierno iba a "llenar la cárcel de bandidos".