La escalada de tensión entre EE UU e Irán entró ayer en una fase en la que al temor de un incidente armado en el golfo Pérsico se sumaron declaraciones de diversos ámbitos que excluyen esa posibilidad e insisten en que el régimen de los ayatolás no representa la amenaza para las tropas de la coalición internacional desplegadas en Siria e Irak que ha querido dibujar la Casa Blanca.

La desautorización más dura para EE UU llegó de sus propios aliados de la coalición internacional, puesta en marcha por el entonces presidente Obama en 2014 como respuesta a la amenaza del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS). "No, no se ha producido en Irak o en Siria un incremento de las amenazas por parte de fuerzas respaldadas por Irán", declaró desde Bagdad un portavoz de la alianza, el mayor del Ejército de Tierra británico Christopher Ghika.

Fue, en efecto, el supuesto robustecimiento de la amenaza de Irán -aliado íntimo del Gobierno iraquí y presente en Siria a través, sobre todo, de la milicia chií libanesa Hezbolá- la causa invocada días atrás por Washington para encaminar al Golfo el grupo aeronaval comandado por el portaaviones "Lincoln". También fue el argumento para el despliegue de bombarderos B-52 en Catar.

Pese al peligro inherente a cualquier escalada, la sensación de que el mundo está ante otra de las cortinas de humo levantadas por la Casa Blanca para hacer frente a sus problemas interiores -en este caso, el informe del fiscal especial Mueller sobre la trama rusa-, se reforzó ayer desde Bagdad. El primer ministro iraquí, Adel Abdelmahdi, aseguró que ni EE UU ni Irán quieren entrar en guerra. No obstante, admitió la crisis desencadenada por las nuevas sanciones de Washington a Teherán y por el desmarque parcial de Irán, la pasada semana, del acuerdo nuclear de 2015. La tensión se reforzó el fin de semana con denuncias de Arabia Saudí y Emiratos Árabes de ataques iraníes a seis petroleros.

Los propios protagonistas de la escalada también adoptaron ayer un tono de calma. El líder supremo de Irán, ayatolá Alí Jamenei, resaltó que "no habrá guerra" con EE UU a pesar del continuo crecimiento de la tensión desde que Washington denunció el acuerdo nuclear hace un año. "No la estamos buscando y ellos tampoco".

El secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, aseguró en Moscú, tras reunirse con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, que la administración Trump no busca una guerra, sino que Irán deje de prestar asistencia en Siria a Hezbolá. Sus palabras llegaron después de que el diario "The New York Times" afirmase que el Pentágono ha presentado a Trump un plan para enviar hasta 120.000 soldados a Oriente Medio en caso de ataque iraní o de que este país acelere sus planes nucleares. A media tarde de ayer el propio Trump desmintió que esté estudiando ese tipo de planes, aunque, matizó que, si hiciera falta, enviaría "muchísimos" más militares.