La crisis argelina no solo quedó lejos de cerrarse con la renuncia del presidente Buteflika a un quinto mandato sino que se agrava con los días. Ayer, se registraron dos claras señales deagravamiento: el desmarque de los partidos oficialistas y la primera toma de distancia de la cúpula militar. El Frente de Liberación Nacional (FLN), que gobierna el país desde la independencia en 1962, y la Agrupación Nacional Democrática (RND), segunda fuerza del Parlamento y socio gubernamental, expresaron su ruptura con un claro respaldo a las protestas. El secretario general del FLN y presidente del Parlamento, Moad Bouchareb, aseguró tras una reunión de la ejecutiva del partido que "el FLN y sus militantes apoyan de modo absoluto el movimiento popular y defienden con toda sinceridad sus objetivos". Estas palabras fueron criticadas por una treintena de miembros del comité central, que amenazaron con denunciar a Bouchareb. Sin embargo, fueron aplaudidas por pesos pesados de la primera formación de Argelia. En paralelo, el hombre fuerte del Ejército, y hasta ahora sostén principal de palacio, declaró que marzo ha estado marcado por acontecimientos con "nobles propósitos y puras intenciones" mediante los que el pueblo "ha expresado claramente sus valores y principios".