Miles de argelinos, en su mayoría estudiantes, salieron ayer a las calles para protestar contra la decisión del presidente Buteflika, de 82 años, de seguir en el cargo al menos hasta fin de año. Los manifestantes no han mordido el anzuelo y denuncian que el anuncio de Buteflika de renunciar a un quinto mandato es una trampa para prolongar sine die su cuarto y actual periodo al frente del Estado.

Buteflika, gravemente enfermo desde que sufrió un ictus en 2013, emitió el lunes un comunicado en el que aseguraba que, escuchando las protestas, renuncia a aspirar a un quinto mandato en las presidenciales previstas para el 18 de abril. Dentro del caramelo iba el veneno. Las presidenciales quedan aplazadas sin fecha y, en su lugar, se abre un proceso constituyente para dar forma a "una nueva Argelia", mediante una comisión cuyos trabajos "deberían" haber finalizado a fin de año. En paralelo, el Gobierno de Ahmed Ouyahia, presentó su dimisión. Como nuevo primer ministro ha sido nombrado el hasta ahora responsable de Interior, Nurredín Bedui.

Expertos argelinos estiman que la decisión del presidente -o más bien de su entorno, en el que altos jefes militares juegan un papel clave- es inconstitucional. "¿Cómo se puede construir una nueva república y empezar infringiendo la Constitución?", preguntó a la agencia DPA Rachid Ouaissa, profesor de Políticas argelino en la Universidad germana de Marburg. Ouaissa resaltó que la constitución no prevé prorrogar el mandato presidencial. Mientras, Europa, que en ningún momento ha apoyado a los manifestantes, contemporiza. España calificó de comprensible "tomarse un tiempo para ver cómo se aborda el proceso electoral", en tanto que Francia se limitó a pedir que la transición tenga "una duración razonable".