A siete meses de las elecciones generales, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se encuentra en el centro de una grave crisis política y sometido a acusaciones de interferir en la investigación a una constructora acusada de sobornos y corrupción. La dimisión de la segunda ministra en un mes ahondó ayer el escándalo al que se enfrenta quien pasa por ser una de las mayores estrellas liberales.

Trudeau modificó ayer su agenda como consecuencia de la dimisión de la ministra del Tesoro, Janet Philpott, quien justificó su renuncia por la pérdida de confianza en el Gobierno canadiense. La dimisión de Philpott se produjo un mes después de que otra influyente mujer del gabinete de Trudeau, Jody Wilson-Raybould, quien ocupó los cargos de ministra de Justicia y fiscal general y, posteriormente, ministra de Veteranos, saliese del Ejecutivo. Wilson-Raybould testificó ante un comité del Parlamento canadiense que Trudeau, algunos de sus principales asesores y otros ministros la presionaron durante "cuatro meses" para que ofreciese un trato de favor a la mayor constructora canadiense, SNC-Lavalin. La compañía está acusada de corrupción por el pago de sobornos a altos funcionarios del antiguo régimen del fallecido Muamar el Gadafi, entre los que figuraría uno de los hijos del dictador, a cambio de contratos en Libia.

La exministra Wilson-Raybould asegura que Justin Trudeau presionó para que la fiscalía ofreciese a SNC-Lavalin un acuerdo de enjuiciamiento diferido para evitar una condena criminal en los tribunales canadienses. El primer ministro niega esas presiones, aunque Trudeau y otros integrantes del gobernante Partido Liberal y su Gobierno se amparan en la obligación de defender los puestos de trabajo de los canadienses.

La condena criminal de SNC-Lavalin por corrupción supondría la prohibición automática para que participase en contratos públicos en Canadá durante una década, lo que amenazaría la viabilidad de la empresa, que ahora emplea a unas 9.000 personas en el país. El Banco Mundial ya excluye a SNC-Lavalin de participar en los proyectos que financia por los sobornos que la constructora canadiense pagó en Bangladesh también con el objetivo de conseguir contratos.

Pese a los cambios en la agenda, como consecuencia de la crisis abierta en su Gobierno, no alteraron, sin embargo, la visita de Trudeau a la feria anual de la minería, la mayor del mundo y que se celebra en Toronto con la presencia de centenares de empresas del sector. La minería tiene un gran peso económico y laboral en Canadá. La bolsa de Toronto, duodécima del mundo en capitalización, es el centro de cotizaciones del sector minero mundial.