El calendario y las presiones internas y externas comienzan a hacer mella en la primera ministra británica, Theresa May, empeñada hasta ahora en sacar a Reino Unido de la UE el próximo 29 de marzo con o sin acuerdo con Bruselas. May anunció ayer que si el documento que proponga al Parlamento el próximo 12 de marzo es rechazado, los Comunes tendrán la opción de votar un retraso "corto y limitado" de la fecha de salida. Eso sí, previamente tendrán que haber rechazado un "Brexit" sin acuerdo, lo que ya hicieron en enero aunque en una moción no vinculante.

El anuncio de May fue saludado de inmediato por los mercados, que temen seriamente un "Brexit" duro, cuyo impacto en la economía británica se anuncia devastador. La libra esterlina marcó su máximo nivel en 21 meses respecto al euro, cerrando a 1,1652, un 1,23% más que el lunes. Respecto al dólar, la divisa británica se apreció un 1,47%, cerrando a 1,3252.

En todo caso, May insistió en que para el 12 de marzo confía en disponer de un documento que cuente con el respaldo suficiente de los Comunes, recalcando una vez más que no es partidaria de la prórroga.

May lleva semanas intentando obtener garantías de que la cláusula de salvaguarda para Irlanda, que implica permanecer en la unión aduanera para evitar una frontera dura en el interior de la isla, no tendrá una duración indefinida. Sin embargo, Bruselas sigue sin estar dispuesta a reabrir el Acuerdo de Salida pactado en noviembre con May, por lo que lo único que se negocia son "garantías adicionales", de nebuloso valor jurídico, de que la salvaguarda tendrá caducidad.

La UE no brindará, sin embargo, una fecha de expiración ni permitirá una salida unilateral de Londres de la unión aduanera. En esas circunstancias, el lunes, Bruselas advirtió a May que la prórroga es la solución más sensata, aunque los analistas coinciden en que no debería ir más allá del 2 de julio, fecha prevista para la constitución del Parlamento Europeo salido de las elecciones del próximo 26 de mayo.