El tancredismo de la primera ministra británica, Theresa May, que el lunes evitó proponer un auténtico plan B sobre el "Brexit", ha puesto en marcha a numerosos diputados, que han presentado una serie de enmiendas a la propuesta plana que la líder "tory" les someterá a votación el día 29. La propuesta, que May califica de "neutra", se limitará a instar a los Comunes a tomar en cuenta los planteamientos que expuso el lunes.

May despachó su obligada comparecencia con el anuncio de que viajará a Bruselas para renegociar la cláusula de salvaguarda que evite una frontera intrairlandesa. Pero la posición comunitaria no ha cambiado: el Acuerdo de Salida no se toca. En lo demás, todo fueron negativas de May: se niega a pedir un retraso de la salida, se niega a un segundo referéndum y se niega a excluir el recurso a un "Brexit" duro.

La más destacada de las iniciativas llegó ayer de las filas laboristas, cuyo líder, Jeremy Corbyn, decidió al fin abrirse a un segundo referéndum. Sin embargo, Corbyn recibió de inmediato críticas de ambigüedad, ya que, en primer lugar, insta a May a debatir y votar todas las opciones que impidan un "Brexit" duro, entre ellas la que le es más querida: permanecer en la unión aduanera con estrechos vínculos con el mercado único. Solo como segunda opción, Corbyn propone un referéndum sobre un acuerdo apoyado por los Comunes.

Relevantes laboristas explicaron que la enmienda de Corbyn no establece en modo alguno que el partido apoye un segundo referéndum. En caso de ser aprobada (lo que no es seguro) y se procediera a votar las opciones a las que se alude, sería cuando el partido tendría que tomar postura.

Desde Bruselas, la Comisión Europea expresó sobre el plan B la misma impresión que tuvieron los analistas al escuchar el lunes a May: "No hay nada nuevo". Así pues, Bruselas respondió con igual moneda: "No tenemos nada nuevo que decir". No se privó, sin embargo, de azuzar a May, a quien instó a "aclarar sus intenciones tan pronto como pueda".