La ola de violencia que se registra por quinto día en el Estado de Ceará, en el noreste de Brasil, es el primer quebradero de cabeza serio para el recién estrenado Gobierno del presidente ultra Jair Bolsonaro.

En el territorio, con un alto índice de criminalidad, las bandas llevan a cabo protestas contra las nuevas y estrictas medidas penitenciarias impuestas que se han traducido en la explosión de una bomba junto a una autopista, la quema de autobuses y los asaltos contra bancos.