Pekín endureció ayer su tono hacia el régimen de Taiwán proclamando con más fuerza que nunca desde el acceso de Xi Jinping a la Presidencia en 2013 que "China debe ser y será reunificada", objetivo para el que no descartó el uso de la fuerza. La proclamación fue hecha por el propio Xi en un discurso conmemorativo del 40.º aniversario de la "Carta a los compatriotas de Taiwán" en la que se enunció por primera vez el concepto de "un país, dos sistemas" que luego se ha aplicado, por ejemplo, en Hong Kong.

"No prometemos renunciar al uso de la fuerza y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas necesarias", dijo Xi, quien, sin embargo, precisó que "los chinos no combaten con los chinos". En consecuencia, aclaró que una intervención armada solo sería un recurso empleado contra "la interferencia de fuerzas externas y contra el pequeño número de separatistas de Taiwán".

El discurso de Xi "es más duro que otros anteriores, porque ha mencionado el uso de la fuerza y el concepto 'un país, dos sistemas', omitido en otras ocasiones", destacó el profesor Chen Chian-nan, del Instituto de Estudios Chinos de la universidad taiwanesa de Tamkang, en declaraciones a "Efe". "Nadie ni ninguna fuerza puede alterar jamás los hechos legales e históricos: que Taiwán forma parte de China y que ambos lados del Estrecho de Taiwán son parte de la única y misma China", alegó Xi Jinping.