El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, asumió ayer el cargo con una retórica ultraconservadora directa y dura, que no oculta su decisión de "combatir la ideología de género" y rescatar los valores "cristianos". Bolsonaro, nostálgico de la dictadura militar, dio impronta anticomunista a sus palabras: "Esta es nuestra bandera, que jamás será roja. Solo será roja, si es necesario, con nuestra sangre, para mantenerla verde y amarilla", dijo.

"Vamos a unir al pueblo, darle valor a la familia, respetar las religiones y las tradiciones judeo-cristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores", afirmó el nuevo presidente, de 63 años.

"Brasil volverá a ser un país libre de las amarras ideológicas", sostuvo Bolsonaro, quien también abundó en alusiones a Dios, al que citó una decena de veces, y sentenció sin tapujos que, con su investidura, el país empieza a "liberarse del socialismo" y de la "inversión de valores".

La mención directa al combate "a la ideología de género" que hizo en su discurso ante el Parlamento la reforzó después, en un pronunciamiento ante una multitud que le aclamaba en la calle, a la que prometió que acabará también con "lo políticamente correcto", que considera una "estrategia de izquierdistas".

En la sede del Parlamento, su discurso resonó frente a mandatarios extranjeros conservadores, como los presidentes de Paraguay o Chile, mucho más cautelosos que Bolsonaro sobre ciertos asuntos. De hecho, el chileno Piñera sancionó en noviembre una ley de identidad de género, que permite la alteración del sexo en los documentos de una persona a partir de los 14 años. La representante de España fue la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor. Entre los líderes extranjeros que asistieron a la ceremonia también estaban otros más alineados con el centroizquierda, como los presidentes de Uruguay, Tabaré Vázquez, o de Bolivia, Evo Morales.

El líder andino fue el único gobernante del "eje bolivariano" que viajó a Brasilia para la investidura, toda vez que se le mantuvo la invitación que, por el contrario, Bolsonaro ordenó que le fuera retirada al venezolano Nicolás Maduro y al cubano Miguel Díaz-Canel, a quienes considera "dictadores comunistas".