La protesta de los chalecos amarillos en Francia registró ayer una bajada significativa de participación en su quinto sábado. Hubo algunas cargas policiales, pero no se registraron las escenas de guerrilla urbana de convocatorias anteriores. En toda Francia se contabilizan a media jornada 33.500 manifestantes, y solo en París, 2.200, frente a los 77.000 y 10.000, respectivamente, de hace siete días.

También descendieron las detenciones, que en París fueron 95 personas, 63 bajo custodia, frente a las 598 de la semana pasada.

La posibilidad de que se repitieran altercados hizo que el Ejecutivo francés movilizara a 8.000 agentes y catorce vehículos blindados en París, la misma fuerza que el fin de semana precedente, y 69.000 en todo el país, 20.000 menos.

Los Campos Elíseos y la Plaza de la Ópera Garnier, epicentros de la protesta parisina, estuvieron especialmente vigilados, con registros en los accesos y el cierre de las líneas de metro aledañas y de algunos museos y comercios por seguridad, según Efe. La de ayer era una jornada clave después de que el presidente Macron anunciara un conjunto de medidas para mejorar el poder adquisitivo de los ciudadanos que le costarán a las arcas públicas unos 10.000 millones de euros.

Un alza de cien euros mensuales del salario mínimo, la anulación de la subida de las cotizaciones para las pensiones inferiores a los 2.000 euros, la exención de impuestos y de cotizaciones para las horas extra y la petición a las empresas de una prima voluntaria de "fin de año" forman parte de las concesiones. Todo ello son "migajas", denunciaban ayer los manifestantes, que en sus panfletos subrayan que "quien siembra miseria cosecha cólera".

Los "chalecos amarillos", que mantuvieron su primera protesta nacional el 17 de noviembre contra el aumento de la tasa sobre el carburante, ya anulado, fueron sumado reivindicaciones como una bajada de los impuestos sobre los productos de primera necesidad o un "referéndum de iniciativa ciudadana".

El impacto de las protestas se deja sentir en el sector comercial, que según la patronal habría sufrido una caída de la facturación de entre "el 40 y el 70%".