La resaca de las legislativas del pasado día 6 en Estados Unidos ha dado paso a una reactivación de las informaciones sobre la trama rusa. Dos revelaciones estrecharon ayer un poco más el cerco sobre el presidente Trump y su equipo de campaña, justo horas después de que uno de sus antiguos miembros, George Papadopoulos, ingresara en prisión para cumplir una pena de 14 días por haber mentido al FBI sobre la supuesta confabulación de la campaña de Trump con Rusia para dañar a su rival demócrata, Hillary Clinton.

Papadopoulos evitó una pena de hasta cinco años al firmar un acuerdo de colaboración con los investigadores de la trama. El mismo tipo de acuerdo fue alcanzado en septiembre por el primero de los jefes de la campaña presidencial de Trump, Paul Manafort, investigado por delitos de corrupción derivados de sus negocios con círculos prorrusos de Ucrania en años previos a la cita electoral de 2016. Manafort, que se encuentra en prisión y tiene varios juicios pendientes, fue acusado ayer por los fiscales que investigan la trama rusa bajo la dirección del fiscal especial Robert Mueller de haberles mentido sobre "una variedad de asuntos" que no detallaron. Así pues, habría incumplido el pacto alcanzado para lograr una condena reducida sobre delitos financieros de los que se ha declarado culpable. Los fiscales han instado a la magistrada del caso a que fije fecha para la sentencia. Con su colaboración, Manafort esperaba una condena de no más de diez años de cárcel, aunque ahora podría ser acusado de nuevos delitos.

Desde el otro lado del Atlántico, el diario británico "The Guardian" afirmó que Paul Manafort se reunió en secreto en Londres, en los años 2013, 2015 y 2016 con Julian Assange, fundador de Wikileaks, refugiado actualmente en la embajada de Ecuador en la capital británica desde 2012.

La última reunión habría ocurrido en marzo de 2016, siendo ya Manafort jefe de campaña de Trump y tres meses antes de que Wikileaks difundiese miles de correos robados por Rusia de los servidores del Partido Demócrata