Los negociadores británicos y de la UE llegaron la noche del lunes a un principio de acuerdo, descrito por algunas fuentes como "un acuerdo técnico", para materializar el "Brexit", la salida del Reino Unido del club comunitario. La primera ministra Theresa May reunirá hoy por la tarde a su Gobierno con la idea de sancionar lo acordado, pero, dada la profunda división que generan sus planes, anoche abrió una tanda de consultas con los ministros (los citó de uno en uno) para conocer de antemano la posición que piensan adoptar.

Las primeras reacciones no le auguran precisamente el éxito. Y eso que todavía no se conocen los detalles del consenso alcanzado sobre la cuestión crucial: la forma de evitar una frontera "dura" (con aduanas) entre la República de Irlanda, país miembro de la Unión, y la provincia británica de Irlanda del Norte.

"Estado vasallo"

El exministro de Exteriores Boris Johnson, adalid de los euroescépticos pese a su salida del gabinete en julio, dijo que lo pactado por May con Bruselas es "inaceptable" porque convertiría al Reino Unido en un "Estado vasallo" de la Unión Eeuropea. "Significaría que deberemos aceptar normas y regulaciones de Bruselas sobre las que no tendremos nada que decir".

El partido norirlandés DUP, que, con sus diez diputados, sostiene a May en la Cámara de los Comunes, vaticina que a la "premier" le va a ser "muy, muy difícil contentar a todo el mundo". Y el líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, considera "improbable" que el acuerdo al que han llegado May y Bruselas sea "bueno" para el Reino Unido, por lo que sus diputados votarán en contra.

Así que a la primera ministra le quedan aún dos duras pruebas que superar: convencer a su gabinete, que lleva semanas al borde de la fractura, de que el pacto alcanzado con los Veintisiete es el único posible y ganar una decisiva votación en el Parlamento, sin cuya aprobación el acuerdo con Bruselas será papel mojado.

Frontera terrestre

Los pormenores del pacto no se conocían anoche, pero medios británicos daban por hecho que para evitar una frontera terrestre en la isla de Irlanda (o, peor aún, en el mar de Irlanda, lo que aislaría comercialmente al Ulster de Inglaterra, Escocia y Gales), May ha aceptado dejar a todo el Reino Unido dentro de la unión aduanera. Y no por poco tiempo: los dos años que durará el periodo de transición, a contar a partir del próximo 29 de marzo. E incluso varios meses más, confiando en que, durante ese tiempo, las partes aprovechen para acordar la futura relación comercial.

May espera convencer al DUP de que el Ulster no recibe así un trato distinto al resto del Reino Unido. Aunque, según los medios, el principio de acuerdo incluye disposiciones específicamente referidas a la provincia británica. Para los euroescépticos, la clave es si durante la transición, Londres tendrá que acatar lo que dicte el Tribunal de Justicia de la UE cuando haya desacuerdos.