El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, quien ha prometido un gobierno austero y eliminar privilegios a los altos funcionarios, ha asegurado este jueves que segurá usando vuelos comerciales, pese al retraso sufrido el miércoles en el que ha sido su último desplazamiento.

López Obrador, que asumirá el cargo en diciembre, planea vender la flota aérea del Estado, incluyendo el avión presidencial, un Boeing 787-8 que recibió en 2016 el actual Gobierno del presidente, Enrique Peña Nieto.

López Obrador estuvo cerca de tres horas dentro del avión de VivaAerobús en el aeropuerto de Huatulco, en el sur del país, junto con decenas de pasajeros, y una hora más en la sala de espera antes de que su vuelo despegara a Ciudad de México, cuya terminal había cerrado por mal clima, según la prensa local.

Pese al retraso, el político izquierdista que arrasó en las elecciones de julio ha recalcado que no cambiará su forma de viajar. "No por esto voy a cambiar de opinión", ha señalado.

"No me voy a subir al avión presidencial. Me daría pena, se me caería la cara de vergüenza, subirme a un avión lujoso en un país con tanta pobreza", ha sostenido el mandatario electo.

López Obrador también sha hecho referencia a la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y a la necesidad de una nueva terminal, cuyo proyecto decidirá basado en la opinión de ciudadanos.

En su campaña, prometió la polémica cancelación de un aeropuerto valuado en 13.300 millones de dólares que está en construcción, debido a su elevado costo y sospechas de corrupción. Como alternativa plantea construir dos pistas en una base aérea adyacente a la capital y mantener la actual terminal aérea.

En tanto se define la ubicación y la construcción del nuevo aeropuerto, el propuesto secretario del sector, Javier Jiménez Espriú, ha dicho que se requerirá hacer una "cirugía mayor" a la terminal actual además de incorporar otros aeropuertos aledaños para atender la creciente demanda en los próximos años.