La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, se valió ayer de la ola antiinmigración desatada por el ministro italiano Matteo Salvini y el "premier" húngaro, Viktor Orbán, para regresar al primer plano de la actualidad y presumir de que las ideas que ella defiende "ya están en el poder", además de pronosticar "el regreso de las naciones" en las elecciones a la Eurocámara de la próxima primavera, cuyos resultados están en condiciones de capitalizar varios partidos ultras.

"El número de demandantes de asilo en Italia, desde que Salvini llegó al poder, ha bajado el 65%. Hay que llevar a cabo una política que disuada a la inmigración", arengó Le Pen, quien dio por hecho que, con ella en el poder, el "Aquarius" no habría desembarcado en Francia.

Le Pen elogió a la Liga de Salvini -cuyo porcentaje de apoyo en las encuestas ya supera el 39%- horas después de que se recrudeciera la trifulca que el ministro del Interior y vicepresidente italiano mantiene desde el viernes con el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn.

Asselborn acusó a Salvini de emplear "métodos y tonos del fascismo de los años 30". El luxemburgués se quejaba de que el italiano hubiera difundido a través de Facebook un vídeo grabado por un colaborador suyo con el rifirrafe que ambos mantuvieron, a puerta cerrada, durante una cumbre sobre inmigración con países africanos en Viena.

"El ministro socialista del paraíso fiscal Luxemburgo, después de haber comparado a nuestros abuelos emigrantes italianos con los clandestinos que desembarcan ahora, después de haber interrumpido mi discurso gritando 'mierda', hoy me llama fascista", contestó Salvini en la misma red.

Y prosiguió: "Pero, digo yo, ¿qué problema tienen en Luxemburgo? Nada de fascismo, solo respeto por las reglas. Si tanto le gustan los inmigrantes, que los acoja a todos en Luxemburgo. En Italia ya hemos recibido a demasiados. Buen domingo a todos".

El viernes, Asselborn terminó mandando al italiano "a la mierda" al final de una sonada bronca en la que el luxemburgués defendió la necesidad de inmigrantes por las bajas tasas de natalidad y el italiano le respondió que no era "necesario tener nuevos esclavos para sustituir a los hijos que ya no tenemos", sino que prefería ayudar a que los jóvenes italianos vuelvan a tener hijos.

Entre tanto, en Berlín, la canciller alemana, Angela Merkel, y su homólogo austríaco, Sebastian Kurz, se reunieron para buscar líneas comunes dentro de una UE cada vez más dividida sobre la política migratoria. "Coincidimos en la necesidad de reforzar las fronteras exteriores", se limitó a decir la germana en una breve comparecencia con Kurz ante los medios, sin turno de preguntas y previa a la reunión de trabajo entre los dos cancilleres. "Hay coincidencia en la necesidad de reforzar Frontex", acompañó el austríaco.