La respuesta inicial del presidente de EE UU, Donald Trump, al supuesto ataque químico de abril de 2017 del régimen sirio contra su población civil fue una orden para asesinar al dictador Bachar al-Asad. Sin embargo, el jefe político del Pentágono, general James Mattis, logró disuadirle y transformar el asesinato en el ya conocido ataque militar de la madrugada del 14 de abril.

Ese es uno de los detalles que contiene el libro del periodista Bob Woodward sobre el magnate, "Fear: Trump in the White House" ("Miedo: Trump en la Casa Blanca"), que saldrá a la venta el próximo martes y del que ayer publicó un adelanto "The Washington Post". El volumen de quien, en unión de Carl Bernstein, desveló el escándalo Watergate y propició la dimisión del presidente Nixon (1974) analiza el caos de la Casa Blanca bajo Trump.

"¡Matémoslo de una puta vez (a Al-Asad)! Hagámoslo. Metámonos ahí y matemos a toda esa puta gente", dijo Trump en una llamada telefónica al secretario de Defensa Mattis. El jefe del Pentágono respondió que se pondría a ello, pero al colgar el teléfono dijo a un asesor que no harían "nada de eso" y que montarían una respuesta "mucho más contenida": el bombardeo a una base aérea siria, que al final fue lo que se hizo.

Woodward retrata momentos en los que los asesores de Trump tratan de persuadirle o engañarle para que no ceda a sus ataques de ira. Por ejemplo, el hasta marzo principal asesor económico de la Casa Blanca, Gary Cohn, robó una carta que Trump tenía en su escritorio y que planeaba firmar para retirar a EE UU de un acuerdo comercial con Corea del Sur. Según Woodward, el mandatario ni se enteró.

Mientras, en Siria, pervive el temor a que la anunciada ofensiva sobre la región de Idlib, el último gran bastión rebelde (2,9 millones de habitantes), acabe en masacre. La ONU ha pedido a Rusia, Irán y Turquía, que se reunirán el viernes para evaluar el ataque, que lo eviten. Trump, por su parte, ha prometido a Asad una respuesta "rápida y adecuada" si recurre a las armas químicas. Naciones Unidas reclama a Rusia y Turquía evitar un "baño de sangre" en el último bastión rebelde de Idlib, cuando los aviones rusos reanudaron sus bombardeos tras una pausa de 22 días.

Staffan de Mistura, enviado de paz de la ONU para Siria pidió a los presidentes de Rusia y Turquía negociar de urgencia. Invito al "presidente Putin y al presidente Erdogan, (...) a llamarse por teléfono", aunque tengan previsto reunirse ambos con su homólogo iraní en Teherán este viernes.

"Intentemos evitar que la que puede ser la última gran batalla del conflicto territorial sirio... acabe en baño de sangre", pidió de Mistura ante los periodistas.

Rusia y Turquía tienen "la clave para una solución incruenta en Idlib" aseguró.