Venezuela estrenó ayer el "bolívar soberano", la nueva moneda nacional que sustituye al llamado bolívar fuerte, para intentar frenar una inflación que, según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), cerrará 2018 con una cifra récord de un millón por ciento.

Maduro anunció el pasado mes de julio que a partir de este 20 de agosto el bolívar fuerte perdería cinco ceros para convertirse en el bolívar soberano, en la segunda reconversión monetaria que acomete Venezuela en una década.

Los principales bancos del país domenzaron a dispensar los nuevos billetes, que convivirán con los antiguos durante un tiempo aún indeterminado para facilitar la transición. La nueva moneda nacional forma parte de un paquete de medidas con el que el Gobierno pretende enderezar el rumbo económico después de cinco años de crisis en los que la falta de liquidez ha disparado el precio de los pocos productos disponibles.

"Esto se salió de control. Los precios están por las nubes", comenta desde la ciudad venezolana de Valencia Betzabeth Linares, un ama de casa de 47 años tras intentar comprar una caja de manzanilla.

Maduro también anunció durante el pasado fin de semana que a partir del 1 de septiembre reduciría el precio de los combustibles y subiría el salario mínimo.

Escepticismo

Críticos y economistas dudan de la eficacia del plan de Maduro, vaticinando que el Gobierno venezolano no podrá pagar el sueldo de los empleados públicos, que ahora será 60 veces mayor.

"Ahora tengo en mi cuenta menos de un salario mínimo", se queja Dolores Hernández, una jubilada a la que el cambio monetario deja con 1.350 bolívares soberanos frente a los 135 millones de bolívares fuertes que tenía ahorrados.

El presidente de la patronal venezolana, Fedecámaras, Carlos Larrazábal, tachó de "improvisadas" las medidas adoptadas por el Gobierno y consideró que generarán aún más "confusión". En concreto, lamentó que "no toman en consideración la realidad de las empresas". "El aparato productivo está en grave riesgo de quebrar", alertó.

Por su parte, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, vaticinó que los planes de Maduro "solo empeorarán la vida de los venezolanos" y le instó a "restaurar la libertad y la democracia" en el país.