La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladimir Putin, retomaron ayer en las afueras de Berlín el diálogo que iniciado a mediados de mayo en el balneario ruso de Sochi en el que fue su primer encuentro bilateral en dos años y centrado en los temas de Ucrania y Siria.

Este nueva cita en poco más de tres meses deja en evidencia la necesidad de diálogo y un cambio de rumbo en las relaciones, deterioradas considerablemente desde la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014 y por el apoyo de Moscú a las fuerzas rebeldes prorrusas en el este de Ucrania.

En una comparecencia previa a esta reunión, calificada por la canciller de "encuentro de trabajo" del que no cabe esperar resultados concretos, Merkel subrayó la responsabilidad que tienen tanto Alemania como, sobre todo, Rusia, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU con poder de veto, para buscar soluciones a los muchos conflictos graves en el mundo.

Merkel y Putin coincidieron en que el cumplimiento de los acuerdos de Minsk son la base para resolver el conflicto en el este de Ucrania. La canciller alemana anticipó que abordará la puesta en marcha de una misión de la ONU en el este de Ucrania "que podría quizás desempeñar un papel en la pacificación". Putin se mostró dispuesto a seguir apoyando la misión de observación de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

Respecto a Siria, Merkel subrayó la necesidad de evitar que se produzca una catástrofe humanitaria en Idleb, y destacó la importancia de poner en marcha un proceso político que incluye una reforma constitucional y posibles elecciones. Para Putin, el objetivo prioritario es ampliar la ayuda humanitaria y apoyar en el restablecimiento de las infraestructuras más elementales a aquellas zonas a las que están regresando las personas que habían huido a otros países.