La tercera jornada consecutiva de protestas en Rumanía se saldó el domingo con una menor afluencia y un ambiente mucho más distendido que el de las dos manifestaciones anteriores. Unas 15.000 personas volvieron a salir a las calles de la capital, Bucarest, para pedir el cese de la primera ministra, Viorica Dancila, frente a las 40.000 que salieron el sábado y las 110.000 del viernes.

Haciendo uso de silbatos y vuvuzelas, los manifestantes protestaron contra la corrupción en Rumanía, uno de los estados más corruptos de la UE, y contra los intentos por parte del Gobierno socialdemócrata de despenalizar algunos delitos relacionados con ella. También contra la violencia policial del pasado viernes, que dejó unos 450 heridos. Sobre este asunto, la Fiscalía rumana abrió ayer una investigación acerca del supuesto uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía, que empleó cañones de agua, gases lacrimógenos y esprays de pimienta.