Los presidentes de EE UU, Donald Trump, y de Rusia, Vladimir Putin, escenificaron ayer un acercamiento de posiciones tras una esperada cumbre en Helsinki que ambos elogiaron como un cambio para poner fin al antagonismo entre ambas potencias. "La Guerra Fría terminó hace mucho tiempo", declaró Putin, junto al magnate, en una rueda de prensa copada por las preguntas sobre la denominada trama rusa, la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales que dieron la victoria a Trump. Y más todavía por el hecho de que el magnate diera mayor credibilidad al supuesto responsable de la operación que al FBI y el resto de las agencias de inteligencia norteamericanas, y esta vez en una comparecencia pública con él, lo que no había ocurrido hasta ahora.

El presidente ruso admitió que quería que Trump ganara las elecciones para facilitar "una mejora" de las relaciones entre Washington y Moscú. Pero volvió a negar cualquier injerencia en los comicios, a pesar de que el pasado viernes un gran jurado de Estados Unidos imputó a doce agentes de inteligencia rusos por espionaje e injerencias en la campaña de la demócrata Hillary Clinton.

Trump le acompañó sin tapujos en su versión: "Me dijeron (las agencias de inteligencia) que creen que fue Rusia. Y el presidente Putin me acaba de decir que no es Rusia. Diré lo siguiente: no veo ninguna razón por la que debería serlo". No era la primera vez que Trump ponía la negativa de Putin por encima de las garantías de su propio Gobierno, pero el hecho de que esta vez lo hiciera en público, y de pie a su lado, desató una tormenta política en EE UU.

Porque, además, Trump aprovechó para arremeter de nuevo contra la investigación que dirige el fiscal Robert Mueller, un "desastre" que identificó como la causa de la división entre Washington y Moscú. Legisladores estadounidenses de ambos partidos se llevaron las manos a la cabeza y el republicano Jeff Flake consideró "una vergüenza" que Trump crea antes a Putin que al FBI.

Tras la cumbre, que se extendió durante unas cuatro horas y consistió en una reunión a solas entre ambos dirigentes más un almuerzo de trabajo con sus respectivas delegaciones, Trump declaró que la relación entre ambas potencias, que nunca había sido "peor que ahora", había cambiado tras el encuentro, siguiendo la misma línea que su homólogo ruso.

No obstante, durante la rueda de prensa, ninguno de los dos mandatarios especificó qué asuntos concretos habían abordado en sus conversaciones, ni en cuáles se había logrado un verdadero acercamiento de posturas. No demostraron ningún cambio con respecto a cuestiones como Siria y el este de Ucrania, lo que reforzó la imagen de una cumbre dominada más por los gestos que por los compromisos.

No en vano Putin aprovechó el final del Mundial que se disputó en su país para entregar a Trump un balón oficial del torneo, en un gesto con el quiso ilustrar que, en el caso de la guerra de Siria, la pelota está ahora "en el tejado" de Washington, que plantea ya la retirada de sus tropas.

Al concluir el encuentro en la capital finlandesa, Trump puso fin al viaje por Europa que comenzó la semana pasada con la tensa cumbre de la OTAN en Bruselas, y que prosiguió a continuación en el Reino Unido, donde protagonizó una serie de polémicas contradicciones respecto a su postura sobre el 'Brexit'.

El presidente estadounidense rebajó ayer el tono de su discurso contra la UE, a la que había calificado de "enemigo" antes de su encuentro con Putin, prefiriendo ahora referirse a ella como "contrincante".