La canciller alemana, Angela Merkel, buscaba anoche una salida a la crisis del Gobierno de coalición que preside con una reunión de emergencia con su ministro del Interior, el bávaro Horst Seehofer, que el domingo amagó con dimitir por las diferencias irreconciliables sobre política migratoria que mantiene con la líder cristiano demócrata.

La CDU de Merkel y la CSU de Seehofer son partidos hermanados, con lo que la ruptura entre ambos no solo significaría la salida de los social cristianos bávaros del Gobierno, sino también un cisma sin precedentes en el bloque conservador germano. Sin los 46 escaños de la CSU, el Gobierno de coalición alemán, del que son parte también los socialdemócratas (SDP), se quedaría a dos escaños de la mayoría absoluta. Las últimas declaraciones conocidas anoche, al cierre de esta edición, no hacían presagiar nada bueno.

"No dejaré que me destituya una canciller que lo es solo gracias a mí", dijo Seehofer en alusión a que su partido tuvo en Baviera un resultado comparativamente mejor que el logrado en todo el país por la CDU.

Seehofer y Merkel mantienen una dura disputa a cuenta de la política migratoria que data de 2015, pero la tensión amenaza la estabilidad del gabinete desde que Seehofer exigió cerrar las fronteras alemanas a las personas que ya hubieran sido registradas en otros países europeos como solicitantes de asilo. Merkel rechazó el ultimátum y dio a entender que destituiría a Seehofer, que teme el ascenso en Baviera de la ultraderechista AfD, con elecciones en ese "land" en octubre.