Miles de partidarios de la Unión Europea se manifestaron ayer en Londres para reclamar al Gobierno británico que convoque una votación pública final sobre los términos del 'Brexit'.

Al cumplirse ayer dos años de que el país votara para abandonar el bloque comercial más grande del mundo, las encuestas muestran que las divisiones políticas sobre el 'Brexit' están arraigadas y, a pesar de cierta confusión sobre lo que significará, no ha habido un claro cambio de opinión.

La campaña, denominada "Voto del pueblo", por la permanencia, busca la celebración de un segundo plebiscito "para que podamos decir si una decisión que afectará nuestras vidas por espacio de generaciones mejora o empeora el país".

Una encuesta de principios de esta semana indica que el 48 por ciento de los encuestados apoya un referéndum sobre el acuerdo final, mientras que el 25 por ciento se opone.

Hasta el momento no hay certeza sobre la forma que adquirirá el acuerdo final en medio de fuertes luchas en el seno del Gobierno "tory" de la primera ministra, Theresa May, así como entre algunos de sus oponentes; sobremanera, en lo tocante a cómo será la nueva relación comercial con la UE tras la salida del club en marzo próximo.

Mientras tanto, el ministro de Exteriores, Boris Johnson, uno de los principales defensores del divorcio sin paliativos, publicó ayer un artículo en el sensacionalista "The Sun" en el que recuerda que los británicos votaron por "la libertad de romper con los corsés de la regulación y las normas de la UE", y cualquier relajación del acuerdo final -como la pertenencia al mercado único y la unión aduanera- no será bienvenido.

"Los que votaron por el 'Brexit' no han cambiado de opinión", advirtió. "No quieren lo que quieren los otros, que es un rollo de papel higiénico: suave, flexible y aparentemente infinitamente largo".