Intensa actividad de la UE ante el Consejo Europeo de los próximos días 28 y 29, en los que la inmigración y la reforma de la eurozona serán las estrellas del orden del día. El presidente del Consejo Europeo dio un paso adelante hacia la constitución de la "fortaleza Europa" al anunciar que propondrá a los líderes comunitarios el establecimiento de campos de inmigrantes en el exterior de las fronteras de la UE, esto es, en los países donde se originan los tránsitos finales hacia la Unión.

Estos campos, según Tusk, permitirán clasificar a los migrantes en dos categorías: inmigrantes económicos y refugiados que necesitan protección internacional. O lo que es lo mismo, decidir quiénes tienen derecho a pedir asilo en la UE y quienes pretenden entrar en ella vulnerando sus reglamentaciones. La idea de los campos de refugiados no es nueva -ya fue propuesta por el ultranacionalista primer ministro húngaro, Viktor Orbán-, pero es la primera vez que la asume una institución comunitaria.

El anuncio de Tusk enlaza con algunos de los principales acuerdos alcanzados ayer en Meseberg (Alemania) durante una reunión del Consejo de Ministros francoalemán. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, harán una propuesta conjunta a la cumbre comunitaria de fin de mes para afrontar la crisis migratoria mediante dos medidas: reforzar las fronteras exteriores de la Unión e impedir que los inmigrantes puedan pedir asilo en un país diferente al que les sirvió de acceso al territorio de la UE.

Esta segunda medida enlaza con la crisis de Gobierno que vive Merkel en su propio país. Su ministro de Interior le ha dado un ultimátum hasta el Consejo Europeo de fin de mes para que encuentre una solución del tipo de la pactada con Macron. De no lograrse, decretará la medida unilateralmente en Alemania, contra el parecer de Merkel, lo que, con toda probabilidad, hará saltar por los aires el Gobierno de coalición.

El Consejo francoalemán logró también un entendimiento sobre dos aspectos básicos de la reforma de la eurozona: el establecimiento de un presupuesto común para el bloque monetario y la reconversión del actual fondo de rescate (MEDE) en una versión europea del FMI.

El presupuesto común, paralelo al marco plurianual de la UE, es una reivindicación de Macron, a la que Berlín ha acabado cediendo, destinada a incrementar la convergencia económica de los países que usan el euro. En cuanto al FMI europeo, ambición alemana, pretende que cuando un país sufra un "choque sistémico" pueda contar con un "mecanismo de ayuda" que, a cambio, le proponga reformas estructurales y controles de su gasto público. Merkel admitió que aun es preciso completar la unión bancaria, donde queda pendiente el tercer pilar, el fondo de garantía de depósitos bancarios.