La guerra entre la canciller alemana, la democristiana Angela Merkel (CDU), y el líder de sus socios socialcristianos bávaros y ministro del Interior, Horst Seehofer (CSU), no presenta signos de amainar. Seehofer dio ayer a Merkel un ultimátum para que encuentre una solución comunitaria al problema migratorio en el Consejo Europeo de fin de mes. En caso contrario, aseguró, procederá desde su ministerio al cierre de las fronteras germanas para todos los demandantes de asilo que ya estén registrados como tales en otro país.

Sin embargo, Merkel no parece dispuesta a aceptar el chantaje al que le está sometiendo Seehofer, quien juega de modo implícito con la posibilidad de hacer saltar por los aires el Gobierno si la canciller no se pliega a sus puntos de vista. Ignorando esa amenaza, Merkel dio ayer un puñetazo sobre la mesa y dejó claro al líder de la CSU que, haya o no acuerdo migratorio en el Consejo Europeo de los días 28y 29, las fronteras seguirán abiertas.

"Se trata de un desafío europeo que necesita una respuesta europea", declaró Merkel. La canciller anunció negociaciones con los socios europeos para cerrar acuerdos bilaterales y subrayó que para ello necesita un "Gobierno operativo y un fuerte mandato", que, dijo, recibió ayer de la cúpula de su partido. Entre otras posibilidades, barajó ofrecer apoyo financiero a otros países comunitarios a cambio de que reciban de vuelta a los solicitantes de asilo que hicieron en ellos su petición.

Merkel adelantó que el 1 de julio mantendrá consultas con su partido "a la luz de lo logrado" en el Consejo Europeo, para continuar negociando después con la CSU. La líder democristiana insistió en que la CDU y la CSU, partidos "hermanos" que, desde hace décadas, forman un grupo parlamentario común y cuya cooperación se está viendo seriamente amenazada en los últimos días, "tienen el objetivo común de controlar y gestionar mejor la inmigración" y reducir la llegada de solicitantes de asilo a Alemania.

La CSU bávara lleva siendo muy crítica con la política migratoria de Merkel desde que la canciller decidió abrir las fronteras a la oleada de refugiados que rompió sobre el país en 2015. Aunque la presión migratoria es ahora mucho menor para Alemania, los socialcristianos se enfrentan en octubre a unas elecciones regionales en las que corren el riesgo de perder su mayoría absoluta, como consecuencia del ascenso del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), tercera fuerza política nacional, con buenas expectativas en las encuestas.