El endurecimiento de la política migratoria italiana ha reabierto un problema dormido en la UE desde hace meses y que, de nuevo, alcanza a la canciller alemana, Angela Merkel. Los socios bávaros (CSU) de la líder democristiana (CDU) la pusieron ayer contra las cuerdas con un ultimátum para que endurezca su política de asilo. Baviera celebra comicios regionales en septiembre y la CSU teme el ascenso de la ultraderecha (AfD).

Los bávaros, dirigidos por el ministro del Interior, Horts Seehofer, pretenden que Berlín pueda rechazar a los demandantes de asilo si ya se registraron en otros países europeos y han redactado una reforma legislativa al respecto. Merkel, respaldada por su partido, la ha bloqueado por estimar que generaría sobrecarga en los países con fronteras exteriores de la UE -como Grecia, Italia o España- e insiste en que debe pactarse una solución comunitaria en el Consejo Europeo de los días 28 y 29. Para la CSU es ilusorio creer que en unos días se resuelva el problema.

El desacuerdo, que ha hecho temer por el futuro de la coalición de Gobierno (CDU-CSU y el socialdemócrata SPD), obligó ayer a suspender la sesión del Bundestag. La CSU, que dirá su última palabra el lunes, amenaza con imponer la reforma por decreto atropellando a la canciller. De hecho, Seehofer ya actuó el miércoles en solitario al anunciar un "eje antimigratorio" con Italia y Austria.

El otro incendio causado por la cuestión migratoria, la crisis diplomática entre Italia y Francia, entró ayer en vías de solución tras una larga llamada de teléfono del presidente Macron al italiano Conte. Ambos acordaron mantener la cumbre bilateral prevista para hoy, que estaba en el aire.