Las maniobras diplomáticas para afianzar una cumbre -el 12 de junio en Singapur- entre los líderes de EE UU y Corea del Norte se aceleraron ayer con una reunión en Nueva York entre el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, y el vicepresidente norcoreano, Kim Yong Chol, mano derecha del líder de Pyongyang Kim Jong-un. A su vez, Kim recibió en la capital de Corea del Norte al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.

Kim Yong Chol, el funcionario de mayor rango de Pyongyang que visita EE UU en 18 años, y Pompeo estudiaron "qué hay que hacer en las dos semanas que quedan" para que la cumbre no vuelva a ponerse en entredicho como ocurrió la pasada semana. La reunión, de la que solo trascendió que obtuvo resultados "sustanciales", fue comentada por el presidente Trump asegurando que las conversaciones van "muy bien" y que está "ansioso" por conocer el contenido de una carta de Kim que le será entregada hoy.

En paralelo, enviados norcoreanos y estadounidenses también se reunieron en Panmunjom, en la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, mientras que un equipo de EE UU se desplazó a Singapur para abordar trabajos logísticos requeridos por la cumbre.

Apoyo del Kremlin

Lavrov, por su parte, durante una visita a Pyongyang, invitó a Kim Jong Un a visitar Rusia y le ofreció el apoyo del Kremlin para la aplicación de la declaración intercoreana de Panmunjon, del 27 de abril, que persigue "la paz, la estabilidad y la prosperidad" de la península coreana y de toda la región del sureste asiático, a través de la desnuclearización y la firma de un proceso de paz.

Kim elogió la política del presidente Putin, "para contrarrestar la hegemonía de EE UU". "Ustedes actúan con decisión", añadió, "y nosotros estamos siempre listos para intercambiar opiniones con Moscú sobre Corea".