La renuncia, el domingo, del jurista Giuseppe Conte a formar Gobierno llevó ayer a un alto cargo del FMI, Carlo Cottarelli, a recibir el encargo del presidente de Italia, Sergio Mattarella, para poner en pie un Ejecutivo técnico que conduzca al país a elecciones. En el caso poco probable de que el Parlamento diera su confianza al nuevo Ejecutivo, Cottarelli las convocaría a principios de 2019. Si, por el contrario, no logra el respaldo de las cámaras, el que será el quinto presidente consecutivo del Consejo que no ha pasado por las urnas llamaría a votar después de agosto. Cottarelli, de 64 años, ocupó altos cargos en el FMI desde 1988 hasta hace seis meses.

Conte presentó su renuncia a formar gobierno después de que Mattarella rechazase al economista de 81 años Paolo Savona como ministro de Economía. Savona es conocido por su fobia al euro ("cárcel alemana") y su presencia en el Ejecutivo fue considerada por Mattarella como un elemento favorecedor de las tensiones desatadas en los mercados desde que se perfiló el ahora frustrado Gobierno de coalición entre el M5S y la Liga. Con todo, la Bolsa de Milán, que comenzó reaccionando bien, cerró con una baja del 2,08%. La prima de riesgo, que el viernes se situó en 206, bajó a 191,40 pero acabó en 235,60.

"Voy a presentarme ante el Parlamento con un programa que, si obtengo la confianza, prevé solo la aprobación de la ley de Presupuestos, tras lo cual se disolverá para celebrar elecciones a más tardar a inicios del 2019", afirmó Cottarelli tras aceptar el encargo. "Será un gobierno neutral", que garantice el manejo "prudente" de las cuentas públicas y que tranquilice a los mercados y a la UE, añadió Cottarelli. "Me comprometo a no ser candidato en las próximas elecciones y lo voy a exigir a los ministros de mi Ejecutivo", añadió.

Las reacciones del M5S y la Liga al veto a Savona fueron de la mayor dureza, incluyendo una amenaza de los "grillini" de iniciar un proceso de destitución de Mattarella por "alta traición". "Inútil que se vote en Italia. Los gobiernos los deciden los 'lobbies' financieros", reaccionó el líder del M5S, Luigi Di Maio. "Italia no es una democracia, no se respeta el voto popular. Los poderes fuertes quieren una Italia esclava, pobre y precaria", protestó por su parte, el cabeza liguista, Matteo Salvini, quien no descartó concurrir a las elecciones en coalición con el M5S. Ambos líderes llamaron a una campaña de protestas pacíficas para denunciar el veto de Mattarelli y a inundar las redes con mensajes de "mi voto cuenta".