El Comité de Inteligencia del Senado de EE UU aseguró ayer que, tras un año de estudio, coincide con la evaluación hecha en enero de 2016 por la comunidad de inteligencia estadounidense de que el Gobierno ruso interfirió en las presidenciales de 2016 a favor del candidato republicano, Donald Trump. "No vemos ninguna razón para poner en duda sus conclusiones", dijo el presidente del comité, el republicano Richard Burr, quien aseguró que "no hay duda de que Rusia emprendió un esfuerzo sin precedentes para interferir" en los comicios.

Las investigaciones, encargadas por el antecesor de Trump, Barack Obama, revelaron que Rusia interfirió en las elecciones con tres objetivos: socavar la democracia en EE UU, dañar a la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, y ayudar a Trump. Antes de emitir su dictamen provisional -el definitivo llegará en agosto-, el Comité se reunió ayer a puerta cerrada con ex altos funcionarios de inteligencia que desempeñaron un papel importante en la compilación de datos de la evaluación.

Tras ese encuentro, en una declaración conjunta con el senador demócrata Mark Warner, Burr dio a conocer las conclusiones: "Tras una revisión exhaustiva, nuestro personal concluye que las denuncias (de la comunidad de inteligencia) eran precisas y exactas", dijo Warner. "El esfuerzo ruso fue extenso, sofisticado y ordenado por el propio presidente" Putin.

Entre tanto, el fiscal especial para el caso ("trama rusa"), Robert Mueller, que encabeza la investigación abierta por el departamento de Justicia sobre el asunto, busca dilucidar si la campaña de Trump se coordinó con Moscú y si el actual Presidente incurrió en obstrucción a la justicia al destituir al director del FBI James Comey y al intentar proteger, en enero de 2017, a su recién nombrado consejero de Seguridad Nacional, general Mike Flynn.

Trump se encontraba ayer lidiando con la crisis abierta el martes por la advertencia de Corea del Norte de que la cumbre entre los presidentes de los dos países -prevista para el 12 de junio en Singapur- está en el aire a consecuencia de unas maniobras militares conjuntas de Seúl y Washington, a las que se suman dudas del régimen de Pyongyang sobre la buena voluntad de Washington.

"Si EE UU está tratando de arrinconarnos para forzar nuestro abandono nuclear de manera unilateral, dejaremos de estar interesados en el diálogo", afirmó una nota oficial norcoreana ayer de madrugada. El texto añade que las propuestas de desarme aireadas estas semanas por el Gobierno de EE UU "no suponen un intento de resolver el problema a través del diálogo" y acusa a Washington de "tratar de imponer a Corea del Norte el destino de las derruidas Libia e Irak". En respuesta, Trump aseguró no tener ninguna notificación oficial de cancelación de la cumbre y añadió un: "Veremos lo que ocurre". El presidente chino, Xi Jinping, reiteró, por su parte, su apoyo a la desnuclearización de la Península y al diálogo entre Pyongyang y Washington, durante un encuentro con altos funcionarios norcoreanos en Pekín.