El temor a un inminente ataque militar de EE UU contra objetivos sirios ha puesto en primer plano el ordenado hace exactamente un año por el presidente Trump, que llevaba poco más de dos meses en la Casa Blanca. El 7 de abril de 2017, Trump ordenó el lanzamiento de 59 misiles de crucero "Tomahawk" contra la base aérea siria de Shayrat desde dos destructores desplegados en el Mediterráneo oriental.

El ataque fue la represalia decidida por el magnate contra el régimen de Damasco por un supuesto ataque con gas sarín perpetrado por fuerzas gubernamentales contra la localidad de Jan Sheijun, en el noroeste del país, que causó la muerte de más de 80 civiles.

Los "Tomahawk" impactaron en aviones, refugios fortificados de aeronaves, depósitos de petróleo y de logística, búnkeres de municiones, sistemas de defensa aérea y radares. El ataque, según fuentes oficiales sirias, causó la muerte de al menos nueve civiles, cuatro de ellos niños, y de siete soldados.

Según numerosos analistas, un año después, las opciones de ataque que tiene Trump a su disposición son bastante limitadas si quiere evitar un enfrentamiento directo con las tropas rusas desplegadas en Siria. "EE UU debe tener mucho cuidado en no alcanzar objetivos rusos o matar consejeros rusos, lo que limita considerablemente sus posibilidades de selección de objetivos, dado que los asesores rusos están con frecuencia muy entremezclados con las tropas sirias", explicó a AFP un experto del centro de análisis "Rand". "En 2017 Trump atacó una base aérea estrictamente siria. Pienso que desde el punto de vista militar, ese es el límite de lo que EE UU puede hacer", añadió el experto.