La Asamblea Nacional Popular, el remedo de Parlamento chino, abolió ayer mediante una reforma constitucional el límite de dos mandatos de cinco años que hasta ahora se imponía a los presidentes de la potencia asiática. De este modo, el actual jefe de Estado, Xi Jinping, de 64 años, tiene las manos libres para seguir en el poder más allá de la fecha prevista de 2023. Xi se convierte, pues, en el presidente chino con mayor poder desde hace al menos un cuarto de siglo.

El límite de dos mandatos fue impuesto en la Constitución de 1982 por Deng Xiaoping, el gran artífice del despegue económico chino, para evitar una vuelta al régimen dictatorial de la era de Mao Zedong (1949-1976).

La reforma aprobada ayer introduce también en la Constitución "el pensamiento Xi Jinping" y, en su artículo primero, "el rol dirigente" del Partido Comunista Chino (PCCh). Esta disposición deja entrever la posibilidad de un recrudecimiento de la represión contra los opositores al régimen, que podrían ser acusados de ataque a la Constitución simplemente por criticar el control del PCCh. Desde que se pusiera al frente del PCCh, a finales de 2012, y del Estado, a principios de 2013, Xi Jinping ha ido reforzando, si cabe, el componente autoritario del régimen chino.

Sus objetivos son a largo plazo y exigen que el capitalismo sea compatible con un poder político sin fisuras del PCCh. Xi, heraldo del "gran renacimiento de la nación china", busca que la actual segunda potencia mundial se convierta en una superpotencia moderna en el plazo de una generación o, a más tardar, en 2050. Todo ello, sin conceder a cambio ningún tipo de libertades individuales. De hecho, una ley reprime severamente la disidencia en internet y en los últimos años se han dictado fuertes condenas contra activistas en favor de los derechos humanos.

"Cuarenta y dos años (después de la muerte de Mao), en la era de internet y de la globalización, surge en China un nuevo Gran Líder, un nuevo tirano al estilo de Mao", denunció el disidente Hu Jia, al ser preguntado sobre las reformas. Desde un punto de vista opuesto, el diputado Li Peiling afirmó que "China se concentra en el objetivo final y en la forma de alcanzarlo".