La calificadora Standard & Poors (S&P) asestó ayer un golpe a las finanzas públicas venezolanas, justo cuando el Gobierno de Nicolás Maduro se encuentra en pleno proceso de reestructuración de su deuda pública. S&P rebajó la calificación de la deuda soberana venezolana en moneda extranjera a la categoría de "insolvencia parcial" ("selective default"), lo que implica escasa o nula perspectiva de cobro.

La misma calificación fue aplicada horas después por Fitch a los bonos de la petrolera PDVSA en moneda extranjera y local a largo plazo.

Bonos globales

S&P justificó su decisión en que Venezuela no ha abonado, cumplido el mes de gracia, 200 millones de dólares (unos 170 millones de euros) de los cupones correspondientes a bonos globales con vencimiento en 2019 y 2024. En el caso de PDVSA hubo una semana de retraso en el pago.

Sin embargo, el endeudamiento en moneda nacional a largo y corto plazo se mantiene en CCC/C, el grado anterior a la insolvencia, pero con una perspectivas negativas de que se cumplan los pagos. S&P cree que hay un 50% de posibilidades de que Venezuela "pueda entrar de nuevo en suspensión de pagos en los próximos tres meses".

Mazazo

El mazazo de S&P se conoció poco después de que el Gobierno de Nicolás Maduro anunciara el lunes que había iniciado "con rotundo éxito" la refinanciación de su deuda externa en una primera reunión con sus acreedores.

Estos, sin embargo, salieron descontentos ya que no se llegó a acuerdos. "Fue una oportunidad perdida", declaró uno de los cientos de inversores que viajaron a Caracas.

Venezuela tiene una deuda externa total estimada de 125.000 millones de dólares, con abonos anuales próximos a los 10.000 millones (unos 8.500 millones de euros).