El fiscal especial que investiga la supuesta injerencia rusa en las presidenciales estadounidenses de 2016, Robert Mueller, asestó ayer su primer golpe contundente al entorno de campaña de Donald Trump, al acusar a tres de sus asesores de hasta doce delitos federales. Los más relevantes son los de conspiración contra EE UU y blanqueo de capitales. Los cargos fueron aprobados por un gran jurado federal este viernes pero no fueron revelados hasta ayer.

Mueller pretende esclarecer si hubo colusión entre la campaña de Trump y las autoridades de Moscú para beneficiar al candidato republicano en detrimento de su rival demócrata, Hillary Clinton. También investiga si Trump, siendo ya presidente, incurrió en obstrucción a la justicia al destituir al director del FBI, James Comey, el pasado 9 de mayo.

En esas fechas estaba ya en marcha la investigación del FBI sobre la supuesta conexión con el Kremlin, que un informe de la inteligencia de EE UU había dado por cierta en diciembre de 2016 y, con más detalles, en enero de 2017. Precisamente, fue a raíz de la destitución de Comey cuando Mueller, director del FBI entre 2001 y 2013, fue nombrado fiscal especial para la trama por el departamento de Justicia.

Los tres acusados son Paul Manafort, jefe de la campaña de Trump hasta el 19 de agosto de 2016, fecha en la que el magnate ya había sido proclamado candidato; Rick Gates, antiguo socio de Manafort y "número dos" de la campaña de Trump, que fue el principal organizador del acto de toma de posesión del nuevo presidente, el pasado 20 de enero; y George Papadopoulos, exasesor de política exterior del candidato Trump, quien ha reconocido haber mentido a los investigadores de la trama respecto a sus contactos con Moscú.

Tanto Manafort como Gates, ambos en arresto domiciliario desde anoche, se entregaron ayer por la mañana al FBI, al saber que iban a ser detenidos de inmediato. Los dos exasesores comparecieron horas después ante un tribunal federal de Washington, donde se declararon inocentes de los doce delitos de los que se los acusa. Paralelamente, se hizo pública la admisión de culpabilidad de Papadopoulos, un acuerdo con la justicia alcanzado el pasado día cinco y pendiente de ratificación mediante sentencia.

Aunque, el triple golpe al entorno de Trump indica lo avanzada que está la investigación de Mueller, lo cierto es que, en las 31 páginas del escrito de acusación, no hay ninguna mención a la supuesta colusión de Trump y el Kremlin para influir en los resultados electorales. Los cargos contra Manafort y Gates están relacionados con los profundos lazos financieros que ambos mantuvieron con relevantes líderes prorrusos de Ucrania. La revelación por la prensa, el pasado agosto, de estos vínculos desencadenó la repentina dimisión de Manafort, quien había dirigido el paseo triunfal de Trump en las primarias republicanas. En concreto, los medios lo acusaron entonces de haber recibido 12,7 millones de dólares -once millones de euros- por asesorar al ex primer ministro prorruso de Ucrania Víktor Yanukovich, depuesto en febrero de 2014 por la revuelta popular conocida como Euromaidán.

Papadopoulos, en cambio, sí está acusado directamente por la injerencia rusa, ya que, según ha admitido, mintió en enero pasado al FBI sobre una conversación mantenida en abril de 2016, en plena campaña de las primarias, con un profesor extranjero conectado con el Kremlin. El profesor le habría prometido miles de correos electrónicos con información comprometedora sobre Clinton. Además, Papadopoulos admite haber mentido al negar las gestiones que hizo para organizar encuentros entre la campaña de Trump y el Kremlin.