El embajador del Kremlin en EE UU, Serguei Kislyak, actor clave en la denominada trama rusa, fue relevado ayer del cargo, en el que llevaba casi diez años, y regresó a Moscú. Kislyak es una figura crucial en el puzle del "Rusiagate" y su nombre aparece relacionado con varios miembros del clan Trump, como su yerno y asesor, Jared Kushner, y el fiscal general, Jeff Sessions, de quien el sábado se publicó que se habría entrevistado con Kislyak para hablar de los planes del magnate si llegaba a la Casa Blanca.

Además, Michael Flynn, consejero de seguridad nacional de Trump, tuvo que abandonar el cargo al desvelarse contactos secretos con Kislyak en los que se trató del levantamiento de sanciones de EE UU a Rusia.

Sessions, por su parte, se vio obligado a apartarse de la investigación abierta por el Departamento de Justicia y el FBI debido a sus reuniones con Kislyak, que ocultó al Senado en las audiencias de confirmación como fiscal general (ministro de Justicia).

Kislyak, que dirigía la legación diplomática en Washington desde 2008, "concluyó su misión" en la capital estadounidense este sábado, indicó la embajada en su cuenta oficial de Twitter. "Hasta la llegada de su sucesor, el señor Denis V. Gonchar, ministro consejero y 'número dos' de la embajada, será el encargado de negocios interino", señala el breve mensaje, informa Efe.

Según el canal NBC, Kislyak será sustituido por el viceministro de defensa ruso, Anatoly Antonov, representante de la línea más dura del Kremlin, y sujeto a sanciones de la UE por su papel en la crisis de Ucrania.

Mientras, el nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, confesó en su estreno que ha borrado algunos tuits que publicó valorando negativamente planes de Trump como el muro con México y otros en los que alababa a la demócrata Hillary Clinton o a rivales del magnate en las primarias republicanas como Jeb Bush. Por toda justificación, Scaramucci, que procede de Wall Street, dijo que había "evolucionado" en sus ideas.