Alemania limitará los mítines en su territorio de líderes extranjeros no comunitarios, según anunciaron ayer fuentes del ministerio de Exteriores germano, en mitad de la tensión creada por la intención del presidente turco, Recep Taayip Erdogan, de hablar la próxima semana ante sus compatriotas en Hamburgo con motivo de la cumbre del G-20.

El jueves, Berlín ya advirtió a Erdogan que no era "una buena idea" su proyecto de mítin. El Gobierno y la justicia se mostraron determinados a impedir que la cumbre sirva de plataforma política al islamista. Se estima que unos tres millones de turcos residen en el país. Turquía respondió airada a las críticas alemanas y calificó de "provocativas y malévolas" las declaraciones de varios líderes políticos sobre el proyectado mítin de Erdogan. Así las cosas, el Ministerio de Exteriores germano envió ayer una nota a todas las representaciones diplomáticas en Alemania, en la que les advierte de que las intervenciones de cargos políticos extranjeros ante potenciales votantes requieren la autorización del Gobierno y nunca podrán producirse a menos de tres meses de una cita con las urnas.