Casi 2.000 refugiados económicos y políticos han perdido la vida ahogados en el Mediterráneo en lo que va de año en su intento de alcanzar las costas de Europa. Esas son las cifras hechas públicas ayer por la ONU a través de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR).

Tres naufragios elevaron en los últimos días el número de víctimas mortales hasta 1.985, cifra alarmante pero que, sin embargo, es inferior a las 2.911 registradas en igual periodo de 2016. En total, fueron 81.292 las personas que entraron en Europa por la costa desde principios de 2017. Un 85% de ellas, esto es, alrededor de 69.000, lo hicieron por la costa italiana, en contraste con las 215.000 personas que a estas alturas del pasado año habían lograron atravesar el Mediterráneo por esta vía.

Con la llegada del buen tiempo, los flujos desde el norte de África, en particular desde Libia, hacia Italia se han intensificado. Solo en los últimos cuatro días 4.860 personas fueron rescatadas junto a las costas norteafricanas, 775 de ellas en una sola jornada.

Aunque el flujo de desplazados no cesa, los países miembros de la UE siguen tratando sus compromisos sobre reubicación de refugiados como si fueran papel mojado. Cuando, hoy, solo quedan 97 días para que el próximo 26 de septiembre expire el plazo acordado con Bruselas, el Gobierno de Mariano Rajoy (PP) tiene aún sin acoger a 16.033 de los 17.337 refugiados que se había comprometido a reubicar, principalmente desde Grecia e Italia, los grandes puntos de entrada por mar en el territorio comunitario. El incumplimiento alcanza pues una tasa del 92,5%, pese a los numerosos ofrecimientos hechos al Ejecutivo por ayuntamientos y entidades privadas.