Los resultados electorales debilitan la posición negociadora de Reino Unido ante el Brexit, retrasan el inicio de las conversaciones y harán necesarios pactos o nuevas elecciones.

Con un parlamento colgado y un panorama político incierto las negociaciones del Brexit aún no empezaran este mes y sufrirán un importante retraso. Si hay una conclusión clara sobre las elecciones británicas de esta noche, es esa. La otra, que Theresa May, convertida en una suerte de heroína numantina, pasa estas horas entre la vida y la muerte política, luchando a toda costa por la supervivencia en el poder, con el veredicto de las urnas en contra. Su historia de éxito y declive es similar a la de David Cameron, el exlíder conservador al que sustituyó tras el sí al Brexit, tras aquel referéndum convocado con el corazón y no con la cabeza. La estrategia de May se ha vuelto en contra del ala conservadora. El Reino Unido encara un futuro de incertidumbre minado por los crímenes islamistas que también han hecho campaña en los últimos días.

La cita con las urnas convocada precisamente para reforzar el liderazgo de May y fortalecer su posición ante Bruselas, ha dado nuevos bríos al decrépito laborismo de Corbyn (que ya ha pedido la dimisión de su contrincante), aunque más por descontento con la política de los tories que por convencimiento ante el programa de los progresistas. May sale doblemente humillada. Gana a medias en su país y pierde en Bruselas, donde el resultado preocupa, pero a la vez se interpreta como una cura de humildad a la dama que quiso arrasar y terminó debilitada. Desde 1929, estas son las terceras elecciones que dan lugar a un parlamento colgado en Reino Unido. El primero fue en 1974, con una legislatura que duró meses. El segundo fue el resultado de los comicios de 2010, que dejaron una cámara débil, con los conservadores en mayoría Los parlamentos colgados también surgen cuando un gobierno poco consolidado pierde apoyos. Eso le pasó en diciembre de 1996 al conservador Mayor y mediados de 1978 al gobierno laborista de James Callaghan.

Con este panorama el Brexit duro tan cacareado por la primera ministra está mas en el aire que nunca. Pero el reloj sigue corriendo y el plazo de dos años para pactar la salida de la UE avanza imparable. Inglaterra debe centrarse ahora en formar un gobierno. Los conservadores siguen siendo el mayor partido, pero sin capacidad para regir solos los destinos del país. May queda gravemente tocada, aunque no hundida del todo. En cualquier caso, los resultados podrían acabar forzando su salida de Downing Street. También existe la posibilidad de formar un gobierno minoritario o de lograr una coalición entre partidos progresistas.

El tercer escenario sería la convocatoria de nuevas elecciones en agosto, en un marco similar al vivido en España. El problema es que May no tiene a mano a un "Albert Rivera" con el que pactar. Por cierto, entre las anécdotas de la noche electoral, la prensa británica destaca vivamente la derrota de Nick Clegg, ex viceprimer ministro y líder liberal demócrata, que ha perdido su escaño. Y a todo esto, ironías del destino, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, defenderá hoy en Praga que Europa tome su defensa en sus propias manos. Esperemos que a nadie se le ocurra convocar un referéndum para definir la nueva política de defensa europea, claro que esa es otra historia.